Traté de explicarle que no podía ser un faro, que carecía de sentido la idea de construir un faro en medio del desierto, a kilómetros y kilómetros de distancia del mar.
Es un faro, repitió.
Argumenté que no había ni siquiera una laguna o un arroyo en las inmediaciones, pero era inútil, no había manera de hacerlo entrar en razones.
Es un faro, insistía.
De acuerdo, concedí. Será un faro, como vos decís. ¿Pero qué diferencia hay en que lo enciendas o te olvides de encenderlo cada noche? Ningún barco surcará nunca las arenas ardientes de este desierto.
No importa, me dijo, soy generativista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario