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Ernesto Sábato
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Porque a qué engañarnos, el nuestro es un pueblucho. Amplio en extensión, largo en precaución y excesivamente estrecho en sensación. Uno de los muchos que se extienden a lo largo del sur del continente.
Aridez y desesperanza circundaban la región, era como que el agua se hacía necesaria, y dicen que hubo quien dijo que-por-fin, que-por-suerte. Y que-por-quería, dicen que dijo uno que se anticipó a los hechos.
Dicen que todos sabían que el agua era inminente. Dicen que los charcos comenzaban a adquirir dimensiones peligrosas. Dicen que así empezaron a ahogarse los pobres sapos, que al fin y al cabo son los que primero sufren el agua, ya que la corriente los arrastra sin demasiados miramientos.
Los sapos fueron muriendo, y dicen que hubo quien dijo que-por-fin, que-por-suerte. Y que-por-quería, dicen que dijo uno que se anticipó a los hechos.
Dicen que lo que era llovizna pronto devino un chaparrón de excesiva amplitud. Dicen que el agua lo inundaba lentamente todo, y dicen que ante el estado de la situación, los gatos optaron por abandonar el pueblo.
Y cuando ya no hubo gatos, dicen que hubo quien dijo que-por-fin, que-por-suerte. Y que-por-quería, dicen que dijo uno que se anticipó a los hechos.
Dicen que el aguacero persistía y que idos los gatos el número de ratas se multiplicó hasta el infinito. Dicen que se pensó que se irían, ya que era un hecho su asco por el agua. Pero permanecieron en el pueblo y llegaron a establecer una convivencia pacífica con la inflexible lluvia.
Y cuando ya afianzadas, las ratas se propagaron incesantemente, dicen que hubo quien dijo que-por-fin, que-por-suerte. Y que-por-quería, dicen que dijo uno que se anticipó a los hechos.
Dicen que el agua corría como un río infinito cubriendo todo lo que alguna vez había tenido vida. Dicen que los sapos hediondos y podridos tapando las cañerías, los gatos maullando en el exilio y las ratas multiplicándose fatídicamente hicieron del pueblo un sitio deleznable.
Dicen que el día que comenzó a llover todos respiraron aliviados y después se arrepintieron. Dicen que dicen que uno dijo que-por-quería y dicen que dicen que uno dijo que-por-fin y que-por-suerte. Dicen que dicen que el agua era sangre. Dicen los que dicen, que son los que quedaron: unos sapos mutilados, algún gato que volvió y un gran número de ratas.
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