datos de las manos que teclean

Humpty Dumpty

Alicia a través del Espejo (capítulo 6) por Lewis Carroll
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Dibujo hecho por Ashe
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(versión libre en español por Gabriela Marrón)
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“¡Qué hermoso cinturón tenés puesto!” señaló de repente Alicia. (Ya habían hablado un poco mucho sobre el asunto de la edad, pensó: y si de verdad iban a ir turnándose para elegir temas, ahora le tocaba a ella.) “Al menos,” dijo corrigiéndose al pensarlo de nuevo, “es una hermosa corbata. Tendría que haber dicho corbat... no, cinturón, quiero decir... ¡perdonáme!” agregó afligida, porque Humpty Dumpty parecía profundamente ofendido, y ella empezaba a desear no haber elegido ese tópico. “¡Si tan sólo hubiera sabido,” pensó, “qué parte era el cuello y cuál la cintura!”
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Evidentemente Humpty Dumpty estaba muy enojado, porque no habló durante un minuto o dos. Cuando dijo algo de nuevo, fue en tono de profundo reproche.
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“¡Es de... lo... más... molesto”, dijo por fin, “cuando una persona no distingue la diferencia entre una corbata y un cinturón!”
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“Sí ya sé, estuve muy ignorante,” dijo Alicia, con tanta humildad que Humpty Dumpty se calmó.
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“Es una corbata, nena, y una muy hermosa, como dijiste. Es un regalo que me hicieron la Reina y el Rey Blanco. Sigamos...”
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“¿De verdad? dijo Alicia, contenta de ver que había elegido un buen tema después de todo.
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“Me la dieron,” prosiguió pensativo Humpty Dumpty mientras cruzaba una rodilla sobre otra y la agarraba entre las manos, “me la dieron... como regalo de no-cumpleaños.”
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“¿Perdón?” dijo Alicia intrigada.
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“No me ofendí”, dijo Humpty Dumpty.
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“Lo que quiero decir es ¿qué es un regalo de no-cumpleaños?
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“Un regalo que te dan cuando no es tu cumpleaños, claro.!
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Alicia lo pensó un poco. “Me gustan más los regalos de cumpleaños,” dijo al final.
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“¡No tenés ni idea de lo que estás diciendo!” gritó Humpty Dumpty. “¿Cuántos días tiene un año?”
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“Trescientos sesenta y cinco,” dijo Alicia.
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“¿Y cuántos días es tu cumpleaños?”
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“Uno.”
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“¿Y si le restás uno a trescientos sesenta y cinco, cuántos días quedan?"
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“Trescientos sesenta y cuatro, claro.”
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Humpty Dumpty pareció dudar. “Preferiría ver esa cuenta hecha en un papel,” dijo.
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Alicia no pudo evitar sonreir mientras sacaba su cuaderno y anotaba la resta para él:
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Humpty Dumpty agarró el cuaderno y lo miró cuidadosamente. “Parece estar bien hecha...” empezó a decir.
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“¡Lo estás agarrando al revés!” lo interrumpió Alicia.
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“¡Pero sí, claro!”, dijo Humpty Dumpty como si nada mientras ella se lo daba vuelta. “Ya me parecía un poco raro. Como te estaba diciendo, parece estar bien hecha... aunque ahora no tengo tiempo para revisarla exhaustivamente... y esto demuestra que existen trescientos sesenta y cuatro días en los que podrías recibir regalos de no-cumpleaños..."
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“Claro,” dijo Alicia.
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“Y solamente uno para recibir regalos de cumpleaños, te das cuenta. ¡Ahí tenés tu gloria!”
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“No entiendo qué querés decir con eso de ‘gloria’,” dijo Alicia.
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Humpty Dumpty sonrió con desdén. “Claro que no lo vas a entender... hasta que te lo explique. Lo que quise decir es ‘¡ahí tenés algo que precisamente destruye tu argumento!"'
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“Pero ‘gloria’ no quiere decir ‘algo que precisamente destruye tu argumento’," protestó Alicia.
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“Cuando uso una palabra,” dijo Humpty Dumpty con un tono bastante soberbio, “esa palabra signifca exactamente lo que yo quiero que signifique... ni más ni menos.”
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“El tema es,” dijo Alicia, “si podés hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes.”
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“Es tema es,” dijo Humpty Dumpty, “quién es el que maneja las palabras... nada más.”
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Alicia estaba demasiado sorprendida como para decir algo; así que después de un minuto Humpty Dumpty empezó de nuevo. “Algunas de ellas tienen su carácter ...especialmente los verbos: esos son los más orgullosos... con los adjetivos podés hacer lo que quieras, pero con los verbos no... igual, a la mayoría de ellos puedo manejarlos. ¡Impenetrabilidad! ¡Eso es lo que digo!”
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“Por favor, ¿podés explicarme,” dijo Alicia, “qué significa eso?”
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“Ahora estás hablando como una chica razonable,” dijo Humpty Dumpty, mostrándose muy contento. “Con ‘impenetrabilidad’ quise decir que ya hablamos bastante sobre ese tema, y que sería bueno que propusieras que querés hacer ahora, porque supongo que no querrás demorarte acá por el resto de tu vida.”
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“Eso es hacer que una palabra quiera decir mucho”, dijo Alicia en un tono pensativo.
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“Cuando hago trabajar tanto a una palabra,” dijo Humpty Dumpty, “siempre le pago extra.”
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“¡Oh!” dijo Alicia. Estaba demasiado sorprendida como para hacer algún otro comentario.
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“Ah, tendrías que verlas alrededor mío un sábado a la noche,” siguió Humpty Dumpty, moviendo solemnemente la cabeza de un lado al otro, “para cobrar el sueldo, viste.”
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(Alicia no se animó a preguntarle con qué les pagaba; por eso yo tampoco se lo podría decir a ustedes.)
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Humpty Dumpty
Alice Through the Looking Glass (chapter 6) by Lewis Carroll
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`What a beautiful belt you've got on!' Alice suddenly remarked. (They had had quite enough of the subject of age, she thought: and, if they really were to take turns in choosing subjects, it was her turn now.) `At least,' she corrected herself on second thoughts, `a beautiful cravat, I should have said -- no, a belt, I mean -- I beg your pardon!' she added in dismay, for Humpty Dumpty looked thoroughly offended, and she began to wish she hadn't chosen that subject. `If only I knew,' she thought to herself, `which was neck and which was waist!'
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Evidently Humpty Dumpty was very angry, though he said nothing for a minute or two. When he did speak again, it was in a deep growl.
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`It is a -- most -- provoking -- thing,' he said at last, `when a person doesn't know a cravat from a belt!
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`I know it's very ignorant of me,' Alice said, in so humble a tone that Humpty Dumpty relented.
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`It's a cravat, child, and a beautiful one, as you say. It's a present from the White King and Queen. There now!'
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`Is it really?' said Alice, quite pleased to find that she had chosen a good subject after all.
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`They gave it me,' Humpty Dumpty continued thoughtfully as he crossed one knee over the other and clasped his hands round it, `they gave it me -- for an un-birthday present.'
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`I beg your pardon?' Alice said with a puzzled air.
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`I'm not offended,' said Humpty Dumpty.
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`I mean, what is an un-birthday present?'
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`A present given when it isn't your birthday, of course.'
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Alice considered a little. `I like birthday presents best,' she said at last.
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`You don't know what you're talking about!' cried Humpty Dumpty. `How many days are there in a year?'
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`Three hundred and sixty-five,' said Alice.
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`And how many birthdays have you?'
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`One.'
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`And if you take one from three hundred and sixty-five what remains?'
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`Three hundred and sixty-four, of course.'
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Humpty Dumpty looked doubtful. `I'd rather see that done on paper,' he said.
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Alice couldn't help smiling as she took out her memorandum book, and worked the sum for him:
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Humpty Dumpty took the book and looked at it carefully. `That seems to be done right --' he began.
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`You're holding it upside down!' Alice interrupted.
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`To be sure I was!' Humpty Dumpty said gaily as she turned it round for him. `I thought it looked a little queer. As I was saying, that seems to be done right -- though I haven't time to look it over thoroughly just now -- and that shows that there are three hundred and sixty-four days when you might get un-birthday presents --'
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`Certainly,' said Alice.
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`And only one for birthday presents, you know. There's glory for you!'
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`I don't know what you mean by "glory",' Alice said.
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Humpty Dumpty smiled contemptuously. `Of course you don't -- till I tell you. I meant "there's a nice knock-down argument for you!"'
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`But "glory" doesn't mean "a nice knock-down argument",' Alice objected.
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`When I use a word,' Humpty Dumpty said, in rather a scornful tone, `it means just what I choose it to mean -- neither more nor less.'
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`The question is,' said Alice, `whether you can make words mean so many different things.'
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`The question is,' said Humpty Dumpty, `which is to be master -- that's all.'
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Alice was too much puzzled to say anything; so after a minute Humpty Dumpty began again.
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`They've a temper, some of them -- particularly verbs: they're the proudest -- adjectives you can do anything with, but not verbs -- however, I can manage the whole lot of them! Impenetrability! That's what I say!'
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`Would you tell me please,' said Alice, `what that means?'
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`Now you talk like a reasonable child,' said Humpty Dumpty, looking very much pleased. `I meant by "impenetrability" that we've had enough of that subject, and it would be just as well if you'd mention what you mean to do next, as I suppose you don't mean to stop here all the rest of your life.'
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`That's a great deal to make one word mean,' Alice said in a thoughtful tone.
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`When I make a word do a lot of work like that,' said Humpty Dumpty, `I always pay it extra.'
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`Oh!' said Alice. She was too much puzzled to make any other remark.
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`Ah, you should see 'em come round me of a Saturday night,' Humpty Dumpty went on, wagging his head gravely from side to side, `for to get their wages, you know.'
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(Alice didn't venture to ask what he paid them with; and so you see I can't tell you.)
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dijo W. BENJAMIN sobre las traducciones

"Así como el tono y la significación de las grandes obras literarias se modifican por completo con el paso de los siglos, también evoluciona la lengua materna del traductor. Es más: mientras la palabra del escritor sobrevive en el idioma de éste, la mejor traducción está destinada a diluirse una y otra vez en el desarrollo de su propia lengua y a perecer como consecuencia de esta evolución."

de Walter Benjamin, "La tarea del traductor", en Angelus Novus, trad. de H. A. Murena, Barcelona, Edhasa, 1971, pp. 127-143.


dijo BORGES sobre las traducciones

¿A qué pasar de un idioma a otro? Es sabido que el Martín Fierro empieza con estas rituales palabras: "Aquí me pongo a cantar - al compás de la vigüela." Traduzcamos con prolija literalidad: "En el mismo lugar donde me encuentro, estoy empezando a cantar con guitarra", y con altisonante perífrasis: "Aquí, en la fraternidad de mi guitarra, empiezo a cantar", y armemos luego una documentada polémica para averiguar cuál de las dos versiones es peor. La primera, ¡tan ridícula y cachacienta!, es casi literal.

Jorge Luis Borges, La Prensa, Buenos Aires, 1 de agosto de 1926.