datos de las manos que teclean

Two English Poems (II), de Jorge Luis Borges

A Beatriz Bibiloni Webster de Bullrich
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What can I hold you with?
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I offer you lean streets, desperate sunsets, the moon of the ragged suburbs.
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I offer you the bitterness of a man who has looked long and long at the lonely moon.
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I offer you my ancestors, my dead men, the ghost that living men have honoured in marble: my father’s father killed in the frontier of Buenos Aires, two bullets through his lungs, bearded and dead, wrapped by his soldiers in the hide of a cow; my mother’s grandfather –just twentyfour- heading a charge of three hundred men in Perú, now ghosts on vanished horses.
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I offer you whatever insight my books may hold, whatever manliness humour my life.
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I offer you the loyalty of a man who has never been loyal.
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I offer you that kernel of myself that I have saved, somehow – the central heart that deals not in words, traffics not with dreams and is untouched by time, by joy, by adversities.
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I offer you the memory of a yellow rose seen at sunset, years before you were born.
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I offer you explanations of yourself, theories about yourself, authentic and surprising news of yourself.
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I can give you my loneliness, my darkness, the hunger of my heart; I am trying to bribe you with uncertainty, with danger, with defeat.
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(1934)
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Two English Poems (II), de Jorge Luis Borges
(versión libre en español por Gabriela Marrón)
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A Beatriz Bibiloni Webster de Bullrich
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¿Con qué puedo retenerte?
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Te ofrezco calles angostas, desesperados atardeceres, la luna de los irregulares suburbios.
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Te ofrezco la amargura de un hombre que ha mirado extensa y extensamente la luna solitaria.
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Te ofrezco mis ancestros, mis muertos, los fantasmas que los vivos han honrado en el mármol: el padre de mi padre, matado en la frontera de Buenos Aires, dos balas a través de sus pulmones, con barba y muerto, envuelto por sus soldados en un cuero de vaca; el abuelo de mi madre –con sólo veinticuatro años– encabezando una carga de trescientos hombres en Perú, ahora fantasmas sobre borrosos caballos.
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Te ofrezco cualquier idea que puedan contener mis libros, lo que haya de coraje o de humor en mi vida.
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Te ofrezco la lealtad de un hombre que jamás ha sido leal.
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Te ofrezco el centro de mi ser que de alguna manera he salvado –el corazón interno que no trata en palabras, que no negocia con sueños, y al que no han tocado el tiempo, ni la dicha, ni la adversidad.
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Te ofrezco la memoria de una rosa amarilla vista en el crepúsculo, años antes de que nacieras.
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Te ofrezco explicaciones sobre vos, teorías sobre vos, auténticas y sorprendentes novedades sobre vos.
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Puedo darte mi soledad, mi oscuridad, el hambre de mi corazón; estoy intentando ganarte con la incertidumbre, con el peligro, con la derrota.
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(1934)
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dijo W. BENJAMIN sobre las traducciones

"Así como el tono y la significación de las grandes obras literarias se modifican por completo con el paso de los siglos, también evoluciona la lengua materna del traductor. Es más: mientras la palabra del escritor sobrevive en el idioma de éste, la mejor traducción está destinada a diluirse una y otra vez en el desarrollo de su propia lengua y a perecer como consecuencia de esta evolución."

de Walter Benjamin, "La tarea del traductor", en Angelus Novus, trad. de H. A. Murena, Barcelona, Edhasa, 1971, pp. 127-143.


dijo BORGES sobre las traducciones

¿A qué pasar de un idioma a otro? Es sabido que el Martín Fierro empieza con estas rituales palabras: "Aquí me pongo a cantar - al compás de la vigüela." Traduzcamos con prolija literalidad: "En el mismo lugar donde me encuentro, estoy empezando a cantar con guitarra", y con altisonante perífrasis: "Aquí, en la fraternidad de mi guitarra, empiezo a cantar", y armemos luego una documentada polémica para averiguar cuál de las dos versiones es peor. La primera, ¡tan ridícula y cachacienta!, es casi literal.

Jorge Luis Borges, La Prensa, Buenos Aires, 1 de agosto de 1926.