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La filología es un arte venerable que exige a quienes lo practican sobre todo una cosa, apartarse del camino, darse tiempo, tornarse silenciosos, volverse lentos –es como el arte de labrar metales, pero aplicado al conocimiento de las palabras: un oficio que debe ejercerse con simpleza, precisión, cuidado, y en el que no se obtienen resultados si no se procede despacio. Precisamente por eso la filología es hoy más necesaria que nunca, precisamente por eso nos arrastra y nos seduce con tanta insistencia en medio de esta era del “trabajo”, de la celeridad, del obsceno y sudoroso apuro que quiere “todo resuelto” de inmediato, incluyendo libros antiguos y nuevos. La filología en sí misma no resuelve tan fácil cualquier cosa: enseña a leer bien, es decir, a leer lentamente, de manera profunda, con atención y prudencia, a leer con segundas intenciones, con las puertas abiertas, a leer con sensibilidad en los ojos y en los dedos...
„Philologie nämlich ist jene ehrwürdige Kunst, welche von ihrem Verehrer vor Allem Eins heischt, bei Seite gehn, sich Zeit lassen, still werden, langsam werden –, als eine Goldschmiedekunst und -kennerschaft des Wortes, die lauter feine vorsichtige Arbeit abzutun hat und Nichts erreicht, wenn sie es nicht lento erreicht. Gerade damit aber ist sie heute nötiger als je, gerade dadurch zieht sie und bezaubert sie uns am stärksten, mitten in einem Zeitalter der ‚Arbeit‘, will sagen: der Hast, der unanständigen und schwitzenden Eilfertigkeit, das mit allem gleich ‚fertig werden‘ will, auch mit jedem alten und neuen Buche: – sie selbst wird nicht so leicht irgend womit fertig, sie lehrt gut lesen, das heisst langsam, tief, rück und vorsichtig, mit Hintergedanken, mit offen gelassenen Türen, mit zarten Fingern und Augen lesen ...“
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