datos de las manos que teclean

La puerta

Había una vez un nene chiquito que no sabía si quería nacer.
Su mamá tampoco sabía si quería que él naciera.
Vivían solos, en una cabaña, en el bosque, sobre una isla, en medio de un lago.
Y en el piso de la cabaña había una puerta.
El nene chiquito tenía miedo de lo que pudiera haber debajo de esa puerta.
Su mamá también tenía miedo.
Mucho tiempo atrás, en Navidad, otros nenes habían visitado la cabaña, pero abrieron la puerta del piso y desaparecieron por ese agujero.
La mamá trató de buscarlos, pero de ahí abajo salió un sonido tan terrible, que el pelo se le volvió completamente blanco, como el de un fantasma.
Además, también vio algunas cosas. Cosas inimaginables de tan horribles.
Por eso no estaba segura de si quería tener un nene chiquito o no, por lo que pudiera haber debajo de esa puerta.
Pero pensó: "¿Por qué no? Simplemente le voy a decir que no la abra".
El nene chiquito todavía no sabía si quería nacer en un mundo donde existiera esa puerta.
Pero como también había algunas cosas hermosas en el bosque, sobre la isla y en el lago, pensó: "¿Por qué no intentarlo?"
Entonces nació y fue feliz.
Su mamá también fue feliz otra vez.
Siempre, al menos una vez por día, ella le recordaba: "Nunca, nunca, nunca, nunca jamás abras esa puerta."
Pero, claro, él era chiquito.
Si vos fueras el nene, ¿no querrías abrirla?


El texto original forma parte del guión de la película "The Door in the Floor", del año 2004, cuya trama se basa en l la novela de John Irving, "A Widow for one year". La traducción, libre, me pertenece.

There was a little boy who didn't know ifhe wanted to be born.
His mommy didn't know if she wanted him to be born either.
They lived in a cabin in the woods on an island in a lake, and there was no one else around.
And in the cabin there was a door in the floor.
The little boy was afraid of what was under the door in the floor, and the mommy was afraid too.
Once, long ago, other children had come to visit the cabin for Christmas, but the children had opened the door in the floor and had disappeared down the hole.
The mommy had tried to look for the children, but when she opened the door in the floor she heard such an awful sound that her hair turned completely white like the hair of a ghost.
And the mommy had also seen some things, things so horrible you can't imagine them.
And so the mommy wondered if she wanted to have a little boy, especially because of everything that might be under the door in the floor.
And then she thought, 'Why not? I'll just tell him not to open the door in the floor.'
Yet the little boy still didn't know if he wanted to be born into a world where there was a door in the floor.
But there were some beautiful things in the woods, on the island and in the lake.
'Why not take a chance? 'he thought.
And so the little boy was born and he was happy, and his mommy was happy again too.
Although she told the boy at least once every day, 'Don't ever, not ever,'never, never, never open the door in the floor.'
But, of course, he was only a little boy.
If you were that little boy, wouldn't you want to open that door in the floor?

1 comentario:

Candyman dijo...

Me encantó ese texto cuando ví el film. Que bueno que lo hayas escrito. Saludos!

dijo W. BENJAMIN sobre las traducciones

"Así como el tono y la significación de las grandes obras literarias se modifican por completo con el paso de los siglos, también evoluciona la lengua materna del traductor. Es más: mientras la palabra del escritor sobrevive en el idioma de éste, la mejor traducción está destinada a diluirse una y otra vez en el desarrollo de su propia lengua y a perecer como consecuencia de esta evolución."

de Walter Benjamin, "La tarea del traductor", en Angelus Novus, trad. de H. A. Murena, Barcelona, Edhasa, 1971, pp. 127-143.


dijo BORGES sobre las traducciones

¿A qué pasar de un idioma a otro? Es sabido que el Martín Fierro empieza con estas rituales palabras: "Aquí me pongo a cantar - al compás de la vigüela." Traduzcamos con prolija literalidad: "En el mismo lugar donde me encuentro, estoy empezando a cantar con guitarra", y con altisonante perífrasis: "Aquí, en la fraternidad de mi guitarra, empiezo a cantar", y armemos luego una documentada polémica para averiguar cuál de las dos versiones es peor. La primera, ¡tan ridícula y cachacienta!, es casi literal.

Jorge Luis Borges, La Prensa, Buenos Aires, 1 de agosto de 1926.