datos de las manos que teclean

El tacto (de Renée Vivien)

(versión libre, en español, por Gabriela Marrón)

Los árboles retienen el sol entre sus ramas.


El crepúsculo llega llorando,
velado, como las mujeres de antaño.

Mis dedos tiemblan sobre la línea de tus caderas.

Hábiles
se demoran bajo el vestido
en la palpitación de tu carne
en los tersos pétalos.

El arte del tacto emula
complejo
curioso
el sopor de los perfumes,
el milagro del sonido.

Sigo lentamente el contorno:
caderas
hombros
cuello
tus hambrientos pechos.

Mi deseo es delicado
se niega a besar.

Queda en blanco al tocarte
–nacarada
voluptuosa–
rendido de placer.


Le toucher

Les arbres ont gardé du soleil dans leurs branches.
Voilé comme une femme, évoquant l’autrefois,
Le crépuscule passe en pleurant… Et mes doigts
Suivent en frémissant la ligne de tes hanches.

Mes doigts ingénieux s’attardent aux frissons
De ta chair sous la robe aux douceurs de pétale…
L’art du toucher, complexe et curieux, égale
Les rêves des parfums, le miracle des sons.

Je suis avec lenteur le contour de tes hanches,
Tes épaules, ton col, tes seins inapaisés.
Mon désir délicat se refuse aux baisers;
Il effleure et se pâme en des voluptés blanches.

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dijo W. BENJAMIN sobre las traducciones

"Así como el tono y la significación de las grandes obras literarias se modifican por completo con el paso de los siglos, también evoluciona la lengua materna del traductor. Es más: mientras la palabra del escritor sobrevive en el idioma de éste, la mejor traducción está destinada a diluirse una y otra vez en el desarrollo de su propia lengua y a perecer como consecuencia de esta evolución."

de Walter Benjamin, "La tarea del traductor", en Angelus Novus, trad. de H. A. Murena, Barcelona, Edhasa, 1971, pp. 127-143.


dijo BORGES sobre las traducciones

¿A qué pasar de un idioma a otro? Es sabido que el Martín Fierro empieza con estas rituales palabras: "Aquí me pongo a cantar - al compás de la vigüela." Traduzcamos con prolija literalidad: "En el mismo lugar donde me encuentro, estoy empezando a cantar con guitarra", y con altisonante perífrasis: "Aquí, en la fraternidad de mi guitarra, empiezo a cantar", y armemos luego una documentada polémica para averiguar cuál de las dos versiones es peor. La primera, ¡tan ridícula y cachacienta!, es casi literal.

Jorge Luis Borges, La Prensa, Buenos Aires, 1 de agosto de 1926.