Fragmento de la entrevista a Traudl Junge, que forma parte del video documental Im toten Winkel - Hitlers Sekretärin (La Secretaria de Hitler) Un pasaje de estas palabras se incluye también al final de la película basada en el testimonio de este mismo reportaje, Der Untergang (La caída)
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(versión libre en español por Gabriela Marrón)
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Traudl Junge: Al principio, extrañamente, el pasado no era demasiado abordado como tema, ni era tampoco discutido abiertamente. No existían todavía los libros. La reconciliación con el pasado no formaba parte de la agenda política. Ni siquiera los Juicios de Nuremberg produjeron ese efecto, como sí sucedió más tarde, en los años sesenta. No sé por qué, pero ahí de pronto surgió toda la literatura sobre el tema y se sintieron las voces. Ahí aparece “La SS del Estado” y también “El diario de Ana Frank”. Y aparecieron además personas que habían sobrevivido todo eso, o que lo habían enfrentado. También se escuchó la voz de la oposición. [...] Así que al principio no pensé en reconciliarme con el pasado. Naturalmente experimenté como algo absolutamente estremecedor y espantoso los horrores revelados en los Juicios de Nuremberg, acerca de los seis millones de judíos y personas de otras religiones y etnias que perdieron la vida. Pero al principio tampoco establecí la relación entre aquello y mi propio pasado. Todavía estaba satisfecha conmigo misma, porque no me cabía ninguna responsabilidad a título personal, porque sabía que no había tenido conocimiento de todo eso, de la real dimensión de todo eso. Pero un día, cuando pasaba frente a la placa en memoria de Sophie Scholl, que está colocada sobre una pared en la calle Franz Josef, vi que teníamos la misma edad y que ella había sido ejecutada el mismo año que yo me acerqué a Hitler. Y en ese momento verdaderamente sentí que el hecho de que yo hubiera sido joven no era ninguna excusa, y que igual habría sido posible enterarse de algunas cosas.
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Im toten Winkel - Hitlers Sekretärin
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Traudl Junge: Zur ersten Zeit, da war komischerweise die Vergangenheit gar kein Thema, ist auch in der öffentlichen Diskussion keines gewesen. Es gab auch noch nocht die Bücher. Es gab auch in der politischen Diskussion noch nicht die Vergangenheitsbewältigung. Selbst der Nürnberger Prozess hat nicht diese Wirkung ausgelöst wie dann später in den sechziger Jahren. Ich weiss nicht warum, aber da ist plötzlich die ganze Literatur und da sind auch die Stimmen laut geworden. Da ist “Der SS-Staat”, da kam auch “Das Tagebuch der Anne Frank”. Und es kamen auch noch Menschen, die überlebt hatten und auch dagegen waren. Es kamen auch die Gegner zu Wort. […] So habe ich gerade in der ersten Zeit gar nicht daran gedacht, meine Vergangenheit zu bewältigen. Natürlich habe ich diese Schrecknisse durch den Nürnberger Prozess, diese 6 Millionen Juden und, und anders-gläubige oder andersrassischen Menschen, die da umgekommen sind, als eine ganz erschütternde und fürchterliche Tatsache empfunden. Aber ich habe noch nicht den Zusammenhang hergestellt mit meiner eigenen Vergangenheit. Ich habe mich noch damit zufrieden gegeben, dass ich persönlich keine Schuld hatte und auch davon nichts gewusst habe, von diesem Ausmass habe ich nichts gewusst. Aber eines Tages bin ich an der Gedenktafel vorbeigegangen, die für die Sophie Scholl an der Franz-Joseph-Strasse befestigt war und da habe ich gesehen, dass sie mein Jahrgang war und dass sie in dem Jahr, als ich zu Hitler kam, hingerichtet worden ist. Und in dem Moment habe ich eigentlich gespürt, dass das keine Entschuldigung ist, dass man jung ist, sondern dass man auch hätte vielleicht Dinge erfahren können
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